SI, ¡SE PUEDE!

Vivimos en tiempo en donde la palabra INCLUSION está en boca de todos, en especial de los medios de comunicación, políticos, terapeutas especializados y sistema educativo.

El mensaje de incluir al otro, aunque deberíamos decir mejor: El desafío de convivir todos en el mismo espacio,  debe llegar con fuerza en cada lugar, en cada espacio social comunitario, en cada aula escolar, club deportivo e Institución gubernamental y no gubernamental.  El desconocimiento, los prejuicios y los malos entendidos a cerca de la discapacidad han tenido lugar de manera habitual y generalizada, persiguiendo a las personas con discapacidad durante años (Wilson & Lieberman, 2000).

Las actitudes de los profesionales y   familiares son fundamentales, primero en la inclusión de niños/as con discapacidad en el  grupo primario: el familiar, actuando como posibles facilitadores pero también como pilares para posibilitar la continuidad del desarrollo, para no convertirse en obstaculizadores, sí, obstaculizadores del desarrollo. Debemos poner énfasis en no caer en la trampa de la inclusión como concepto estático, que se convierte en un fin en sí mismo, algo que estamos distinguiendo que ocurre mucho cuando un niño o niña con discapacidad se incorpora o forma parte de un grupo, sea social o terapéutico .

Lo importante, como acto primario,  es la mirada sobre el sujeto, para poder empezar a definir la idea de inclusión. Recuerdo palabras del pedagogo y escritor  argentino Carlos Skliar en el marco de la Conferencia  del 1° Encuentro de Educación en la diversidad; “No puedo empezar con una mirada desigual, nadie enseña a partir de una mirada desigual, nadie aprende si es visto como desigual (…) La cuestión, no es saber qué es la diversidad, qué es la inclusión sino, saber escuchar lo que hay al interior de eso que llamamos diversidad e inclusión”.

Es muy cierto que cuando hablamos de trabajar para la  inclusión nos referimos a una meta a alcanzar, algo que si bien se va desarrollando en lo mediato está apuntando a un futuro, algo que ocurrirá plenamente en otros tiempos por venir, pero ese devenir atemporal nos puede llevar a quedarnos en eso, estancados en la “inclusión ” y no permitirnos pensar que podemos alcanzar otros objetivos posibles con ese niño o niña, e indirectamente cortamos la posibilidad que exprese un deseo o ponga en juego todas sus posibilidades, innatas y adquiridas a lo largo del tiempo.

Tal el caso del niño M. quien con tan solo 6 años llegó con su mama y una tía a Tercer Tiempo en busca de un espacio lúdico deportivo y de socialización. El diagnóstico médico del niño es TEA con conductas oposicionista desafiantes lo que le impedía desenvolverse no solo en la escuela sino también en espacios sociales como clubes, cumpleaños, momentos de juego con otros niños, etc. en nuestro Espacio, el dato del diagnóstico era sólo un dato más, en los encuentros con la familia conversamos sobre su historia social, intereses familiares y del niño, y dinámicas cotidianas. Ingresando ya a la escuela primaria a M. se le hacía complicado sostener ese espacio, mas allá de que contaba con múltiples terapias individuales durante la semana, pero sin trasladar estas experiencias individuales al ámbito social.  En primer lugar, acordamos con el equipo profesional que debemos lograr ese vínculo empática con él para poder empezar a interaccionar, y el “señalado” por él fui yo, ya que uno de sus deportes favoritos es el futbol y porque además era el único docente varón por esos tiempos. M no hablaba con docentes mujeres y  se enojaba muy seguido y arrojaba los objetos que se le brindaban para jugar. También traía sus juguetes y se negaba a compartir con sus pares.

Se le brindó tiempo, y estas situaciones fueron cambiando, primero solamente jugaba con quién relata y no permitía que otro niño o profesora se le acercara, pero brindando espacio, tiempo, apoyo verbal y estrategias lúdicas, esto se fue modificando gradualmente. Durante mucho tiempo trabajamos el juego entre tres, siendo mediador para ese momento lúdico. Comenzó entonces la interacción primero, con otras profesoras y luego con el resto del grupo de niñas y niños.

Fue una tarea gradual, sostenida, siendo valioso contar con el apoyo de una familia que creía que su hijo iba a poder compartir en la medida de sus intereses, que el cambio de actitud de él hacia el entorno podía cambiar, podía dejar de serle hostil. A tal punto esto fue sucediendo, que con el transcurso de los años pasamos de no festejar sus cumpleaños ya que le generaba angustia,  a hacer una gran reunión para su cumpleaños en la que él fue un real protagonista. También junto a sus padres,  abrimos el juego hacia otros espacios, otros grupos, otros amigos poniendo siempre la atención y respetando los tiempos de M. Hoy en día y con 12 años el niño M. dejó de asistir a  Tercer Tiempo para avanzar por otros caminos y ha podido integrarse en la escuela de fútbol de un equipo convencional, disfrutando y compartiendo momentos divertidos, deportivos y amenos con otros niños, sin tensiones, sin nerviosismo y con seguridad. Se compartió esta noticia con sus compañeros poniendo en palabras que él y su familia siempre contará con el Apoyo del equipo de Tercer Tiempo sumándose a sus requerimientos y necesidades vitales.

 

Entendemos la Inclusión es un proceso que habilita  a la persona que requiere apoyos a construir su autonomía, que pueda decidir dónde quiere estar y desarrollarse. Y para lograrlo, siempre deberá estar ella en primer lugar, la persona es el Sujeto de nuestro abordaje, un actor más en la construcción de los lazos sociales.

Se pueden superar las barreras de los diagnósticos tempranos, en algunos casos, poco acordes a ese niño/a, desde nuestra mirada fundada en el Paradigma Social, pero esto solo será posible con abordajes específicos de dicho paradigma y esencialmente,  si todos los actores que lo rodean: familia, docentes, médicos, terapeutas y demás profesionales, creen que tiene derecho al mejor presente y a un  futuro viviendo plenamente en su comunidad.

 

Nota Bibliográfica

Wilson, S., & Lieberman, L. (2000). Disability awareness in Physical Education. Strategies, 13(6), 29-33

 

Nota escrita por Leonardo Canaparo

Presidente y coordinador deportivo

Asociación Civil Tercer Tiempo    www.tercertiempo.org