Camino a la inclusión

Desde hace un tiempo veníamos teniendo un sueño… Ese sueño, de a poco se fue transformando en un proyecto que, paso a paso se fue haciendo realidad…


Hace poco más de un año comenzamos a organizar un espacio para que, niños y jóvenes con discapacidad puedan jugar, hacer deporte y realizar actividades recreativas no terapéuticas en un espacio convencional.
Con mucho esfuerzo y colaboración de gente que creyó que era posible, esa idea se fue concretando. Y así fue que nos juntamos un grupo de profesionales de distintas áreas y comenzamos desarrollar talleres deportivos y recreativos, que se llevan a cabo en los salones y canchas de un club social y deportivo tradicional.

Durante mucho tiempo observamos que mucha gente hablaba de inclusión y de cómo debería ser, pero pocos realizaban acciones concretas.
Hay mucha gente que habla de lo que debería hacerse pero la realidad nos demuestra y que existen pocas propuestas de actividades inclusivas concretas.

Y es tanta la falta de información que, desde el inicio notamos que a los papás les cuenta pensar en la posibilidad de que sus hijos con discapacidad realicen actividades fuera de las terapéuticas…solo por divertirse. Están tan habituados a que los niños se relacionen con el mundo solo para ver si logran adelantar o aprender “lo convencional”, que no se hacen a la idea que puedan hacer una actividad simplemente para distenderse. Y tampoco tienen en cuenta que en ese espacio de juego y placer, también hay aprendizaje. Y que es, en realidad, el primer aprendizaje que tiene un niño.

Observamos que a estos chicos repletos de terapias, se les niega ese espacio para el juego –generalmente por falta de tiempo o por desconocimiento-.
Estos papás, absorbidos por tantas terapias, muchas veces no tienen en cuenta que sus hijos tienen derecho a jugar o a realizar alguna actividad simplemente porque “le gusta”.
Con frecuencia no tienen idea que es lo que les gusta hacer a sus hijos, y los niños no tienen posibilidades de experimentar que es lo que les causa placer.

Es verdad que hubo un gran avance a través de los años, y que los principales protagonistas de la lucha y de los logros obtenidos son las propias personas con discapacidad, que son en definitiva los que pueden transmitir sus reales necesidades.

Desde aquellos inicios de la historia en los cuales las personas “diferentes” eran primero asesinadas, luego encerradas y tratadas como delincuentes en muchos casos, aisladas de la sociedad y más tarde.. y más cerca en el tiempo eran consideraban minusválidas y sin posibilidades de hacer casi nada ni insertarse en la sociedad, hasta este presente donde comienzan a ser escuchados, y pueden decir lo que necesitan, hay un gran cambio. Sin embargo hay mucho camino por delante.

Se observa una gran deficiencia y desconocimiento en los sistemas de salud que, con frecuencia impiden el acceso a las terapias tan necesarias para que la persona con discapacidad tenga un mejor bienestar de vida. Y ante esta situación, el beneficiario y sus familias se agotan en el ir y venir, tratando de encontrar soluciones para poder llevar una vida adecuada.

Por otro lado, si bien actualmente es muy frecuente escuchar hablar de inclusión educativa, la realidad nos muestra que las escuelas no están realmente preparadas para atender y entender las necesidades específicas de cada niño en particular.
Hay una frase con la cual se puede ejemplificar lo que “debería ser” y que NO ocurre: “Si un niño no puede aprender de la manera que enseñamos, quizás debamos enseñarles de la manera que puede aprender”.
Actualmente, en los sistemas convencionales de educación el docente explica y la persona que no entiende simplemente queda afuera del sistema. Este método obviamente para el docente es mucho más simple ya que se limita a guiarse por el programa educativo correspondiente.

Como incluir entonces a los niños que presentan algún tipo de dificultad en el aprendizaje?
Una verdadera inclusión implicaría que el docente se detenga a observar detenidamente a cada alumno, entienda lo que necesita realmente para acceder al conocimiento y aplique el método de abordaje adecuado. Y eso no significa adaptar los contenidos, sino aplicar la metodología y los tiempos correctos para que la persona acceda al conocimiento de la manera que le resulte accesible.

Para que exista una real inclusión los docentes deberían estar preparados para educar a cada niño más allá de las dificultades que este niño pueda presentar y debería estar apoyando y enmarcado en un contexto educativo que sostenga y apoye ese aprendizaje.

Trabajar con una verdadera inclusión en el área educativa y en espacios socioculturales son fundamentales para el aprendizaje “mutuo” y la divulgación de las reales necesidades de las personas con discapacidad.

En ese camino está Tercer Tiempo y es al cambio real al que todos debemos apostar.

Fabiana Dibb
Coordinadora área de Comunicación – Tercer Tiempo
fabianadibb@tercertiempo.org