¿Cómo Trabajaste hoy?

Esta pregunta la escuchamos día a día cuando los niños o jóvenes salen de sus terapias. La respuesta por parte de los profesionales, no del niño o niña es: “Trabajó muy bien “.
Muchos de estos niños o jóvenes pasan sus días en escuelas especiales en donde la actividad realizada, o no, suele denominarse “trabajo”. Al terminar el día va a sus terapias, por lo general en otros espacios, en donde en ocasiones, el viaje hasta allí demora una hora o más en colectivo, subte, tren o auto. Al llegar, realizan una, dos o hasta tres sesiones con distintos terapeutas,(Terapistas ocupacionales, Psicólogos , Fonoaudiólogos, etc.) y al terminar suelen recibir una devolución por el “trabajo” desempeñado”. Allí, los padres o los Acompañantes Terapéuticos, esperan en la sala el resultado de la actuación del niño en las terapias, anhelando que sea positiva.
Esto lo hemos vivido en primera persona, porque la recibimos a diario cuando trabajamos acompañando a los niños a los consultorios. Al preguntar que hicieron en la sesión en ocasiones nos cuentan, “jugamos un juego y salió bárbaro”. ¡Qué bueno!, digo. Entonces, jugaron, ¿porque le decimos al niño que trabajó?
Todos sabemos la importancia para niños con diversidad funcional, en este caso con CEA (Condición del Espectro Autista) de los espacios terapéuticos para su evolución y el apoyo que reciben en sus tratamientos, pero no nos olvidemos que son Niños, y que necesitan espacios de juego convencionales como otros niños. Cuando hablamos de espacios convencionales, hablamos de participar en estos otros espacios: plazas, parques, clubes deportivos, teatros, cines, etc.….
Nosotros, los adultos, los terapeutas, los maestros,… debemos dar APOYOS a los niños. Estos dispositivos consisten en brindar tiempos, espacios y equidad para que puedan desarrollar sus juegos. Los niños con diagnósticos médicos en general, no tienen ninguna de estas cosas y sabemos que pueden necesitarlo más que otros. En ocasiones cuando conversamos con los padres y les preguntamos a qué le gusta jugar a su hijo o hija, no saben que respondernos porque por lo general no juegan solos ni en compañía y tampoco se les brinda el espacio o el apoyo para hacerlo.
Jugar con otro niño es crecer, es compartir, es representar lo simbólico, es hacer volar la imaginación, es convivir Aunque muchos niños no se comuniquen verbalmente, debemos empezar a escucharlos en sus gustos, en sus deseos. Es prioridad aprender a escuchar. Un psicoanalista amigo, rosarino, Marcelo Rocha, dijo “Para ser, primero hay que estar”. Tenemos que concientizarnos que todos los niños más allá de su diversidad tiene derecho a estar en espacio comunes, con los Apoyos que necesiten, pero juntos. Todos somos diversos y es muy gratificante poder de esta condición.
Los espacios terapéuticos son importantes y necesarios pero no atribuyamos a los niños la obligación de realizar “trabajos”. Si un niño trabaja tanto, empieza a dejar de jugar y si deja de jugar estamos en un gran problema.
Un niño o niña que no juega será un joven carente de vínculos y más tarde, un adulto incompleto.

Nota Leonardo Canaparo
Co-fundador de TERCER TIEMPO